diumenge, 8 de març del 2009

Historia de mujeres – 8 de març

Hace muchos años, en casi todas las casas había un telar para hacer la ropa.

Un día, un señor pensó:

“mandaré construir unos telares muy grandes, los pondré todos en una nave, y llamaré a las mujeres para que vengan q tejer en mi nave y con mis telares”.

Fue así como se construyó una fábrica de telares; hubo otros a los que les gustó la idea y también lo hicieron.

Muchas mujeres se fueron a las fábricas a tejer y los dueños les daban dinero por su trabajo.

En la fábrica no tejían como en casa: las herramientas eran más grandes, tenían que estar muchas horas. Las telas que tejían eran piezas muy largas que luego se vendían en los trozos que la gente necesitaba.

Antes, cuando trabajaban en casa, lo hacían a ratos, después de acabar otras tareas que siempre había en ella, como hacer las camas, las comida para la familia, la limpieza, etc.

Iban tejiendo poco a poco, descansaban y al día siguiente seguían tejiendo; así día tras día hasta tener la pieza que necesitaban.

El trabajo en la fábrica no era igual. Entraban de madrugada, se pasaban el día tejiendo y tejiendo, sin descanso, sin poder halas unas con otras de lo que les gustaba o no, de por qué estaban alegres o tristes, del trabajo que tenían que seguir haciendo cuando volvían a casa, de sus hijas y de sus hijos...

En aquellas fábricas también trabjaban hombres.

Ellos cobraban más dinero, se les pagaba más que a las mujeres aunque estuvieran trabajando las mismas horas. Su trabajo consistía en cargar bobinas, llevar los carros, otros sólo vigilaban que se trabajara, que nadie se parase.

Cuando ellos salían de las fábricas, la madre, las hermanas o las esposas, les tenían la comida preparada en casa, la ropa limpia, la cama hecha. Descansaban charlando con otros hombres.

Cuando ellas salían, aprovechaban el camino hasta sus casas para hablar unas con otras.

Comenzaron a contarse que no podían seguir con tantas horas de trabajo, cobrando, además menos que los hombres por igual tiempo de trabajo y decidieron que había que hablar con el dueño de su fábrica.

Pero al dueño no le interesaba escucharlas, ni que trabajasen menos horas, ni saber la razón de que muchas de ellas cayesen enfermas, ni tener que pagarles más..., no quiso escucharlas.

Las mujeres decidieron hacer algo; se pusieron de acuerdo para no salir de la fábrica, aunque les apeteciera más estar en casa, hasta que el dueño las escuchara.

Allí se quedaron todas juntas encerradas. Pero quien no podía verlas unidas, quemó la fábrica cuando ellas estaban dentro.

Todo ardió: telas, hilos telares.

Algunas mujeres pudieron salir, pero 129 murieron quemadas y asfixiadas.

Esto ocurrió un 8 de marzo.

Una de las telas que tejían era de color violeta.

Por todo esto, el 8 de marzo y el color violeta son recuerdos cariñosos hacia aquellas mujeres. Les damos las gracias por ser tan valientes y por enseñar a unirnos para defendernos.

Desde entonces, muchas mujeres y en muchos países, nos juntamos protestamos por todo lo que es injusto. Luchamos organizando manifestaciones, charlas, escribiendo, etc.

También como ellas y otras mujeres, intentamos mejorar día a día nuestras vidas y las de los que nos rodean.

Y por eso el 8 de marza se nos oirá decir:

¡viva las mujeres!


Està clar: el que sembla un conte per a nens i nenes és una història real, un fet verídic que, com bé ens relata l'Asociación de Mujeres de Cantabria, va ocórrer el 8 de març del 1908 a la fàbrica tèxtil Cotton de Nova York.

Treballadores d'esta fàbrica van decidir declarar-se en vaga i tancar-se a la fàbrica davant la negativa del propietari a assumir les seves reivindicacions. Aquest però, va bloquejar totes les portes i hi va prendre foc. Així, més d'un centenar de dones van morir carbonitzades.

Un any més tard però, el 8 de març del 1909, es va convocar una massiva manifestació en la qual van participar dones i sufragistes, i en la qual es reivindicava una millora en les condicions laborals, així com el dret al vot. Així doncs, començà a activar-se la consciència feminista i a poc a poc, va anar difonent-se arreu del món fins l'actualitat quan, malgrat ja hem aconseguit el dret al vot, no hem aconseguit l'estabilitat en la societat, per la qual cosa seguim veient dones maltractades, dones sense treball, dones amb por.

Fem que aquesta lluita començada ara fa gairebé un segle ens porte a un altre món. Perquè encara segueixen vigents les estructures creades per la societat que va instituir la divisió social del treball pels motius de sexe i de violència de gènere que açò comporta.

Volem començar demanant una educació bàsica que ensenye a lluitar per aconseguir una igualtat real amb un canvi de valors, passar d'una societat individualista i discriminatòria a una de solidària i igualitària.

Seguirem lluitant perquè hi quede ben clar que les dones no som objectes sexuals ni tampoc no “mujeres florero”. Volem que se'ns respecte, que se'ns escolte, que se'ns tinga en compte, que tinguem els drets que mereixem, que tinguem treballs i salaris dignes, que se'ns valore.

En definitiva, tan sols volem un món que estiga ben repartit, un món sense diferències classistes, racials ni sexuals. Un món millor.

Manifestem-se doncs, per solucionar tot açò. Però aquesta situació no la canviarem si no lluitem tots junts, homes i dones units en un mateix projecte que, malgrat puguem recordar tots unts cada 8 de març, fique en pràctica cadascú de nosaltres, un a un, dia a dia, perquè molt aviat puguem celebrar definitivament, el triom per la nostra emancipació.

Roser GP: manifest 8 de març del 2004 – Onda –